martes, 27 de febrero de 2007

Chamberí: el fantasma despierta

1 de septiembre de 2006

Chamberí: el fantasma despierta

Si viaja en la línea 1 del Metro, entre las estaciones de Bilbao e Iglesia esté atento. Pegue la cara al cristal y haga pantalla con sus manos, para que la luz del vagón no le distraiga. En mitad del túnel, y durante unos segundos, verá una imagen fantasmal: la antigua estación de Chamberí, cerrada al público hace cuarenta años, cubierta de polvo y de recuerdos.

La «estación fantasma», una de las leyendas urbanas de la ciudad, pronto dejará de serlo: el Gobierno municipal ha comenzado ya los trabajos para rehabilitarla y convertirla, junto con la sala de turbinas de Pacífico, en un museo del Metro. Las obras mantendrán ocupada la plaza de Chamberí durante los próximos dos meses, y la estación, ya rehabilitada, podrá visitarse antes del próximo verano.

Visión fugaz

Desde que la estación fue cerrada al público, el domingo 22 de mayo de 1966, el polvo se ha ido acumulando sobre sus andenes. Pero la visión fugaz, al paso de convoy, permite apreciar la estructura de la cabina del jefe de estación, restos de carteles publicitarios, papeleras y bancos, en un ambiente que para algunos es sobrecogedor y para otros, simplemente fascinante.

La de Chamberí fue una de las ocho primeras estaciones que inauguraron el Metro de Madrid allá por 1919, en el tramo entre Puerta del Sol y Cuatro Caminos. Dicen las crónicas de la época que se cerró porque no resultaba rentable: estaba demasiado cerca de Iglesia —a 223 metros— y Bilbao —210 metros—.

Entradas tapiadas

Así que la Compañía tapió las entradas y la estación quedó allí, abandonada a su suerte, sumergida en un limbo atemporal que le da ese aspecto fantasmagórico o de regreso al pasado que puede apreciarse desde las ventanillas de un tren en marcha.

Dicen quienes han llegado hasta allí que a veces es refugio de mendigos y sin techo, y a veces también tentación irrefrenable para graffiteros, que se «cuelan» y profanan con sus manifestaciones pictóricas los viejos carteles publicitarios. También dicen que hay billetes usados de la época en el suelo, y periódicos viejos en las papeleras. Y que no se ven ni ratas ni arañas.

La estación es, como las otras de aquella primera línea del Metro de Madrid, obra del arquitecto Antonio Palacios y de Joaquín Otamendi. En su interior se ha rodado parte de una película hace apenas ocho años: «Barrio», de Fernando León de Aranoa, lleva la realidad a la ficción convirtiendo los antiguos andenes en refugio de sin techo.

Películas y canciones

Su incontestable magia ha inspirado canciones, como «La estación fantasma», de Los Coyotes. Y entreverla fugazmente desde el convoy consigue estremecer al curioso.

Ahora, ha comenzado su reconstrucción, unos trabajos que la convertirán en un museo permanente de la historia del Metro. Lo que ya es, pero con luz, abierta al público y con exposición de uniformes, billetes de época, placas originales, fotografías y planos antiguos. El alcalde madrileño, Alberto Ruiz-Gallardón, lo prometió durante su campaña electoral, y ahora han comenzado a realizarse las obras, que de momento han ocupado la plaza de Chamberí y la mantendrán así hasta el 31 de octubre.

El proyecto —que también incluye la rehabilitación de la sala de turbinas de Pacífico— prevé recuperar la mayor parte del mobiliario urbano original, los paneles publicitarios de cerámica y todo lo que provenga de un tiempo que se recreará en la estación suburbana. Unos muros pantalla de cristal separarán los andenes de los raíles, por donde continuará circulando con toda normalidad el tren entre Bilbao e Iglesia.

Para que pueda ser visitada, se habilitará una nueva boca de entrada. La inversión prevista en la operación ronda los 600.000 euros. En el primer semestre de 2007, los trabajos estarán terminados y la estación de Chamberí volverá a abrir sus puertas.

Fuente: ABC.es

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